Como viajar con la mente es bastante barato, imaginémonos estar presentes en el puerto de Cádiz el 25 de Septiembre de 1493.
Allí veremos cierto revuelo, cercanos a alguna de las cinco naos y doce carabelas de la flota del almirante Colón, dispuesto a emprender sus segundo viaje a las Américas o las Indias, como se conocía entonces.
Más de 1500 almas entre marineros, soldados, colonos y profesiones de lo más variado se preparaban para esta larga aventura.
Y por supuesto, tendrán que alimentarse de una manera correcta durante el largo viaje. De eso va nuestro artículo de hoy.

El escritor Juan Eslava Galán nos lo pone muy fácil con su descripción de lo que se embarcaba en las bodegas de las naves, que aparece en las páginas de su estupendo libro «La conquista de América contada para escépticos».
Queso en la despensa del barco
La diferencia entre despensa muerta y lo que es despensa viva en un barco, lo entenderá perfectamente el lector en los siguientes párrafos del libro de Eslava Galán.
La despensa viva
Despensa viva: media docena de cerdos, otras tantas ovejas y cabras, y hasta tres docenas de gallinas y conejos que se concentraron en rediles y jaulones de palillos para evitar que anduvieran sueltos por cubierta.
La despensa muerta
Ahora toca acomodar la despensa muerta. El nombre no parece de lo más poético, pero creo que todos sabemos a los que nos referimos.
De nuevo en la bodega. El despensero, que supervisaba el embarque de los bastimentos, destapaba los barriles para comprobar el contenido: galleta naval (pan muy liviano porque se cuece dos veces e dura más que otro, e no se daña), queso emborrado, cerdo salado, manteca, salazón de pescado, tasajo de carne, vino, vinagre, botijuelas de aceite de oliva y legumbres (lentejas, garbanzos y habas secas) ligeramente tostadas para que resistieran al moho y la fermentación.

Qué es el queso emborrado
El emborrado era un queso de inferior calidad (así consideraban entonces ese delicado manjar), que se maceraba durante un tiempo en los turbios del aceita de oliva para evitar que se agusanara o pudriera.
En tierra firme se menospreciaba como alimento plebeyo, pero en el mar formaba parte imprescindible de la dieta.
El queso de cabra emborrado se toma todavía como aperitivo en algunas tabernas de Cádiz, y constituye un excelente acompañamiento de tintos o blancos.
¿Cuántas vida no habrá salvado el queso de oveja en estos viajes tan al límite?