Es una de las novelas españolas que más buenos comentarios ha recibido en los últimos año, desde que se publicó en en el 2013. Su autor es el extremeño Jesús Carrasco, y como uno de sus protagonistas es un humilde pastor, hemos aprovechado la primera oportunidad que ha surgido para devorar esta novela.
La portada del libro nos desconcierta, a la vez que no gusta. Tampoco hay tantas novelas que muestren una oveja para enganchar a sus lectores.

Sin desvelar la historia, y basándonos en lo que viene en su portada, narra las experiencia de un niño que se escapa de su casa, y perseguido por los hombres del pueblo que le buscan. En su huida, su camino se cruza con un viejo cabrero, y desde entonces, la vida cambia para los dos.
De este fenomenal libro nos quedamos con dos pasajes, el primero, cuando el pastor enseña a ordeñar al niño, y el segundo, una descripción perfecta de lo que es compartir para un pastor.
Envolvió con sus manos las del chico, y sin decir palabra, manipuló las tetas haciendo que la leche saliera despedida. Y así, mediante esa imposición, el viejo le transmitió al muchacho el rudimento del oficio, otorgándole en ese instante la llave de una sabiduría perenne y esencia. La que extraía la leche de las entrañas de los animales o hacía que de una espiga pudiera brotar un trigal.
El pastor terminó su cena mordiendo una cuña de queso correoso y, cuando acabó con ella, se levantó y caminó hasta donde estaba el chico. Delante de él cortó otra cuña de queso y se la acercó sin mirarle. El niño alargó en brazo y se llevó el triángulo a la boca. El viejo se dio la vuelta y, rodeando la hoguera extinguida, estiró la gualdrapa del burro sobre el suelo. Del zurrón sacó unas tiras amarillentas de bacalao.
No queremos romper el misterio que pide el autor a los que hablan sobre su novela. Sólo te podemos recomendar que incluyas su lectura para este verano.
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