Heidi comía con gran apetito el pan, sobre el que había extendido el queso asado, tierno como la mantequilla; su aspecto decía bien a las claras que estaba muy satisfecha de aquella comida tan suculenta.
Pocos ejemplos conocemos de mejores personajes que consuman diariamente leche y queso, y que les siente tan bien. Así como para la miel tenemos a la Abeja Maya, para el queso nos quedamos definitivamente con Heidi.
La tierna creación de Joana Spyri de 1880, llamada Heidi, es esa niña de pelo negro y mejillas de color rojo, y que al quedar sin padres, vivio su infancia en la casa de su abuelo en los alpes suizos.
Se hizo famosa entre una generación que creció viendo esta serie de dibujos animados de los años ochenta, y también ha sido identificada por beber la leche y comer el queso de sus cabras, o de las de su amigo Pedro el pastor.

Tanto correr montaña arriba, montaña abajo con su perro Niebla y Pedro el cabrero, solía tener todos los días un apetito feroz, así que cuando llegaba a casa todo le sabía a gloria.
Y por eso nos tenía acostumbrados a verla alimentarse diariamente a base de una dieta de leche de cabra, pan y queso, suministrado todo por su fiel cabra, Copo de Nieve.

Tampoco podemos olvidar uno de los más recordados desayunos, cuando el abuelo colocaba un trozo de queso en un tenedor de hierro sobre el fuego y le daba vueltas hasta que se iba deshaciendo. Una fondue artesana que luego untaba en el pan y la niña se metía entre pecho y espalda.

Dicen que de mayor Heidi se convirtió en maestra, así que su tradicional desayuno con queso se habrá hecho todavia más popular entre sus alumnos. Nos alegramos.