En las fábulas con moraleja podemos siempre aprender algo. Entretienen, divierten y hasta hace poco han formado parte de los textos utilizados para la educación de las nuevas generaciones. Hoy traemos a nuestro cuaderno dos fábulas en castellano, de Félix María de Samaniego (1745-1801). Hay que leerlas despacito…
El ratón de la corte y el de campo
Un Ratón cortesano,
Convidó con un modo muy urbano
A un Ratón campesino.
Dióle gordo tocino,
Queso fresco de Holanda,
Y una despensa llena de vianda
Era su alojamiento,
Pues no pudiera haber un aposento
Tan magníficamente preparado,
Aunque fuese en Ratópolis buscado
Con el mayor esmero,
Para alojar a Roepán Primero.
Sus sentidos allí se recreaban;
Las paredes y techos adornaban,
Entre mil ratonescas golosinas,
Salchichones perniles y cecinas.
Saltaban de placer, ¡ Oh, qué embeleso!,
De pernil en pernil, de queso en queso,
En esta situación tan lisonjera
Llega la despensera.
Oyen ruido, corren, se agazapan,
Pierden el tino, mas al fin se escapan
Atropelladamente
Por cierto pasadizo abierto a diente.
¡ Esto tenemos!, dijo el campesino;
Reniego yo del queso, del tocino
Y de quien busca gustos
Entre los sobresaltos y los sustos.
Volvióse a su campaña en el instante
Y estimó mucho mas de allí en adelante,
Sin zozobra, temor ni pesadumbre,
Su casita de tierra y sus legumbres.

El Cuervo y el Zorro
En la rama de un árbol,
Bien ufano y contento,
Con un queso en el pico,
Estaba el Señor Cuervo.
Del olor atraído
Un Zorro muy maestro,
Le dijo estas palabras,
A poco más o menos:
“Tenga usted buenos días,
Señor Cuervo, mi dueño;
Vaya que estáis donoso,
Mono, lindo en extremo;
Yo no gasto en lisonjas,
Y digo lo que siento;
Que si a tu belleza traza
Corresponde el gorjeo,
Juro a la diosa Ceres,
Siendo testigo el cielo,
Que tú serás el fénix
De sus bastos imperios”.
Al oír un discurso
Tan dulce y halagüeño,
De vanidad llevado,
Quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
Dejó caer el queso;
El muy astuto Zorro,
después de haberle preso,
Le dijo: ” Señor Bobo,
Pues sin otro alimento,
Quedáis con alabanzas
Tan hinchado y repleto,
Digerid las lisonjas
Mientras yo como el queso”.
Quien oye aduladores,
Nunca espere otro premio.
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